Abel Verano
- Miles de personas se dieron cita esta noche en la playa Salvé para recibir al Emperador y a su séquito.
Roberto Ruiz
Miles de personas se sumaron esta noche, pese a la amenaza de lluvia, a los actos organizados en Laredo con motivo de la XIX edición del Último Desembarco de Carlos V, una consolidada fiesta, declarada de Interés Turístico Regional e Itinerario Cultural Europeo 'Rutas Europeas del Emperador Carlos V', que rememora hasta mañana el paso de Carlos I de España y V de Alemania, junto a sus hermanas las reinas Leonor de Francia y María de Hungría, por la villa pejina. Un evento que espera este año alcanzar la cifra de 80.000 personas registrada en la pasada edición.
Hay que recordar que Carlos V, cansado, agobiado por la agitada vida política y las continuas amenazas de guerra que se cernían sobre su reino, abdicó en su hijo Felipe II y elige un rincón apartado donde retirarse a terminar sus días, el Monasterio de Yuste. En este último viaje le acompañaron sus hermanas María de Hungría y Leonor de Francia y una comitiva de 150 personas, salieron del puerto de Flessinga en Bruselas el 17 de septiembre de 1556. El Emperador llegó a Laredo un 28 de septiembre de 1556, vísperas de San Miguel, las hermanas lo hicieron al día siguiente. Debido a los ataques de gota que sufría, que cada vez eran más fuertes, Carlos V era transportado en silla de mano y acompañado de los vecinos de Laredo y de la comitiva hasta la Casa Torre, situada en la puebla vieja, donde se alojó varios días. El día 29 se desató un gran temporal que, en el puerto de Laredo, llevó a una nave a pique con 80 tripulantes. Pese al mal humor, de su estancia en Laredo se sabe que dejó un terno (vestimenta eclesiástica), unos vasos litúrgicos y dos fascistoles, estos últimos, se encuentran actualmente en la Iglesia de Santa Maria de la Asunción. El 5 de octubre de 1556 comenzó su viaje por tierra desde Laredo a Yuste. El Emperador llegó a Jarandilla de la Vera el 12 de noviembre de 1556. En el castillo de los Condes de Oropesa (actual Parador Nacional) se hospedó hasta que su palacio en Yuste estuvo acabado. Llegó a Yuste el 3 de febrero de 1557 tras recorrer 94,8 leguas desde Laredo.
Hoy, la villa pejina vivió la recreación del día en que su costa pasó a la historia por ser escenario del Último Desembarco del Emperador. La arena de la playa que se llamó Salvé porque esta fue la palabra que pronunció el Sire al llegar a la orilla, se convirtió en el principal escenario de esta recreación. Pero el programa festivo, promovido por la empresa laredana Imago, comenzó al mediodía y contó con diferentes actividades, además de los 130 puestos y 25 talleres de oficios artesanos. Animaciones en El Rincón Infantil, exhibición de armas antiguas, una demostración de cetrería o una 'quedada para bailar la jota' fueron solo algunas de las actividades programadas para público familiar dentro de un programa de actividades que se extiende por toda la villa.
Al filo de las ocho de la tarde, dio inicio el Gran Desfile del Cortejo, que transcurrió por las calles Comandante Villar y López Seña hasta llegar a El Palenque, ubicado en la playa Salvé, donde aguardaban miles de personas que no se quisieron perder el momento crucial de la fiesta. El actor Juanjo Paredes, interpretando a un bufón del emperador, personaje inspirado en la figura de Francés de Zúñiga, ofició de maestro de ceremonias dando paso a las compañías y asociaciones que de Laredo, Cantabria, y del resto de España y países europeos como Italia participan en la recreación. A continuación, fue Tobías de Silva, personaje interpretado por Tobías Lobera, inspirado en los diferentes escribas que acompañaron al emperador en vida, el que relató la emoción que sintieron quienes presenciaron en 1556 la llegada del hombre más poderoso de Europa a una pequeña villa marinera.
Momentos antes de llegar el Emperador apareció en la arena un personaje nuevo, el espíritu de la difunta esposa de Carlos V, Isabel de Portugal, que interpretado por la soprano de trayectoria internacional Estrella Cuello, cantó una pieza de música renacentista acompañada del tiorbista Josías Rodríguez.
Acto seguido, Carlos V descendió de un figurado galeón 'Espíritu Santo', que dedicó unas palabras a los presentes. El recreador miembro de El Palenque Fernando Arce dio vida por tercer año consecutivo al Emperador y pronunció un discurso basado íntegramente en textos conservados de discursos, correspondencia del propio Carlos V.
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