Raquel Díaz
La adolescente tenía al menos 13 años cuando murió.
Fragmento del hueso estudiado, evidencia de mestizaje entre un neandertal y un denisovano. IAN CARTWRIGHTAFP
El análisis de un hueso encontrado en Siberia en 2012 evidencia que neandertales y denisovanos tuvieron descendencia
Érase una vez una historia de amor que tuvo lugar hace más de 50.000 años. Ni siquiera las diferentes especies a las que pertenecían sus dos protagonistas impidió la unión, sacada a la luz este miércoles en la revista Nature, fruto de la cual nació una niña.
El encuentro entre una neandertal y un denisovano ha sido descubierto gracias a un resto óseo que perteneció a la hija de ambos hallado en una cueva de Siberia. Estas dos especies habitaron Eurasia hasta que fueron reemplazadas por los humanos modernos hace alrededor de 40.000 años.
La clave de esta relación amorosa prehistórica estaba escondida en un pequeño fragmento de hueso descubierto en la cueva de Denísova, en las montañas de Altái de Rusia, región que fue hogar tanto de una especie como de otra. Los científicos realizaron un análisis del genoma de la muestra, bautizada como Denisova 11 en referencia al lugar donde fue hallada. Este resto óseo fue encontrado por arqueólogos rusos en 2012 y ha estado siendo analizado en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), donde el equipo de científicos, liderado por los paleogenéticos Viviane Slon y Svante Pääbo, comprobó que se trataba de un homínido.
Se sabía que los neandertales y los denisovanos -grupo de seres humanos extintos, identificados por primera vez tras el análisis genético del hueso de un dedo encontrado en la misma cueva en 2008- coexistieron en Eurasia. Anteriormente ya se habían identificaron ejemplares con herencia mixta, pero el grado de cruzamiento no estaba claro hasta ahora. Los investigadores especifican que los restos pertenecieron a una joven de al menos 13 años de edad que falleció hace más de 50.000 años en el este de Eurasia.
Además, el análisis del genoma ha permitido conocer más datos sobre el árbol genealógico de los padres. La madre está genéticamente más emparentada con los neandertales que vivieron más tarde en Europa occidental que con los que residían en la cueva de Denísova. Esto muestra que los neandertales migraron entre Eurasia occidental y oriental decenas de miles de años antes de su desaparición, según los expertos.
El padre denísova, por su parte, tiene al menos un antepasado neandertal en su árbol genealógico. Este genoma único podría servir para detectar otras interacciones entre estos dos grupos. "Sabíamos que individuos fruto de la hibridación existían, pero encontrar uno era una locura", afirmó este medio uno de los coautores del estudio, el investigador Benjamin Vernot del Instituto Max Planck, en plena celebración del hallazgo.
Tanto Denisova 11 como su padre proporcionan una evidencia directa del mestizaje entre neandertales y denisovanos. Eso sí, los autores del estudio subrayan que los dos grupos permanecieron genéticamente distintos el uno del otro, quizás por las limitadas interacciones entre ambos.
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