Alfredo Semprún
El empecinamiento en el error de la dictadura bolivariana de Venezuela carece de explicación racional alguna. Los datos, parciales por falta de estadísticas fiables, lo demuestran.
Hay que bucear mucho en la historia para hallar referentes a la situación económica y social de Venezuela. Ni siquiera la Alemania de entreguerras o Hungría tras la Segunda Guerra Mundial sirven de precedente por cuanto la coyuntura internacional que las llevaron al desastre financiero y a inflaciones multimillonarias poco tienen que ver con la actual. El único parecido razonable se puede encontrar con la Zimbabue de Robert Mugabe. En ambos casos, unos gobernantes sectarios e incompetentes destruyeron los sectores productivos del país para poder sufragar sus políticas clientelistas, y, en ambos casos, la corrupción resultante de una tiranía sin contrapesos creó una nueva clase de ricos sobrevenidos dispuestos a mantenerse en el poder al precio que fuera.
El Gobierno de Caracas lleva más de una década sin elaborar estadísticas económicas y sociales que reflejen la evolución del país. Sólo hay datos parciales, estimaciones del FMI o de asociaciones empresariales privadas que, sin embargo, son los suficientemente explícitas para retratar el deterioro de un país que parece que estuviera inmerso en una dura guerra. Así, la caída del PIB entre 2013 y 2017, últimos datos publicados, de un 70 por ciento, supera a la de Siria. Lo mismo reza para la producción de petróleo, que haría pensar que una fuerza de bombardeos había destruido las instalaciones. O el éxodo de sus habitantes, comparable en amplitud con el de iraquíes, eritreos o sirios. En lo que va de año han cruzado las fronteras más de medio millón de venezolanos mientras se intensifica el fenómeno migratorio. Frente a este hundimiento, el Gobierno de Nicolás Maduro insiste en el error. Despreciando las reglas que rigen los mercados, obliga a las empresas a fabricar y vender por debajo de los costes de producción, expropia como medida coactiva y mantiene un control de divisas y cambio que es origen del mayor mercado negro que haya conocido el mundo y causa directa de la imparable inflación. Y, al mismo tiempo, se promueve una política de subsidios y ayudas sociales que no sirven para salir de la miseria a los venezolanos, pero que retienen un voto cautivo.
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