domingo, 16 de septiembre de 2018

Las razones por las que los crueles guerreros mongoles no arrasaron Europa tras llegar a las puertas de Viena. 2º-3º ESO

ABC HISTORIA
César Cervera

Captura de la película Mongol (2007), del director Sergei Bodrov


Genghis Khan se pasó buena parte de su vida poniendo orden entre las tribus nómadas y, solo en su madurez, pudo recoger el fruto de una espectacular expansión en todas las direcciones de Asia. Los mongoles engulleron buena parte de China y establecieron con el tiempo un imperio que iba de Corea hasta Bulgaria.
Las conquistas se prolongaron incluso después de la muerte de Temüjin Borjigin, el gran Khan, pero no la obsesión enfermiza por tomar absolutamente cada palmo de terreno conocido. Europa occidental se salvó así del avance tártaro (nombre genérico que recibían los pueblos invasores de origen asiático) no porque fuera más poderosa que otros reinos engullidos o porque estuviera más unida, sino porque las periódicas guerras de sucesión en Mongolia paralizaron una campaña que hubiera resultaba incontestable.

El sueño de conquistar el mundo

Con la temprana muerte de Genghis Khan, en 1227, sus planes de conquista quedaron inconclusos y se puso a prueba el sistema de sucesión establecido por el fundador del imperio. Según estipuló el Hijo del Cielo antes de su fallecimiento, el nuevo Gran Khan debía ser nombrado por todos sus descendientes en una reunión celebrada en tierras mongolas, lo que suponía que en cada kurultai las tropas y sus oficiales debían replegarse a casa desde los rincones más remotos.
Ugedei, tercer hijo de Genghis Khan, salió vencedor de este consejo y ordenó continuar la expansión del imperio que había iniciado su padre, principalmente hacia China y Asia Central. Los mongoles se lanzaron así a cuatro campañas simultáneas: un ejército para finalizar la conquista de China, otro hacia Asia Menor, otro para sofocar una rebelión en Corea y, el cuarto, para conquistar Occidente.
Retrato de Ugedei al estilo oriental
Retrato de Ugedei al estilo oriental
Y es que Europa se imaginaba un lugar repleto de riquezas y de nuevos enemigos, a la vista de que en Asia pocos países quedaban capaces de aguantar las acometidas mongolas. Ugedei convocó en 1236 a un ejército de 150.000 jinetes, al mando del más prestigioso general de Genghis Khan, el invencible Subutai, que calculó que en ocho años podría tomar toda Europa. ¿Era un cálculo demasiado optimista? No, si se tiene en cuenta que el Hijo del Cielo había avanzado por enormes franjas de Asia a una velocidad aún más rápida. Además, según explica Michael Prawdin en su clásico libro «Gengis Kan y sus sucesores: Apogeo y decadencia del Imperio mongol», la fragmentada situación política de Europa y su reciente fracaso en la reconquista de Tierra Santa jugaban a favor de los mongoles.
Las mismas tropas que habían expulsado a los cruzados de Asia estaban siendo vapuleadas por el mismo enemigo que ahora se proponía conquistar Europa
«Europa estaba desengañada a causa del resultado de las cruzadas. El poder de Egipto había impedido reconquistar Jerusalén; el islam, en su contraataque, se había apoderado de nuevo de Anatolia», recuerda Prawdin. Las mismas tropas que habían expulsado a los cruzados de Asia estaban siendo vapuleadas por los jinetes que ahora se proponía conquistar Europa. Y, para mayor desgracia del Viejo Continente, estaban en guerra el Papa Inocencio IX y el Emperador Federico de Hohenstaufen, tal vez las dos únicas fuerzas capaces de presentar una defensa real a los invasores.

Saquear, destruir, dominar...

En medio de la campaña contra Roma, el Emperador tuvo noticia desde Rusia de ejércitos vencidos, ciudades incendiadas, mujeres violadas y niños y ancianos ejecutados. Una situación que no era nueva para los príncipes rusos, que ya habían sufrido ataques mongoles quince años antes, pero sí para Europa Occidental que, fiel a su credulidad histórica, prefirió hacer oídos sordos. En la primavera de 1238, suecos y caballeros alemanes y lituanos se dirigieron a las estepas de Rusia, sí, aunque no para combatir a las hordas nómadas, sino para para ocupar las regiones devastadas por estos con la idea equivocada de que ya había pasado la tormenta.
Nada más lejos de la realidad; en vez de marcharse, los mongoles aprovecharon su avance por Rusia, que llevaron hasta las mismísimas puertas de Novgorod, entonces cuna de su civilización, para esclavizar y adiestrar a más y más jinetes. De Rusia, Subutai salió más fuerte de lo que entró.
Pintura medieval que muestra el saqueo mongol de Suzdal, en Rusia
Pintura medieval que muestra el saqueo mongol de Suzdal, en Rusia
Desde las estepas rusas, controladas con anterioridad por la Horda de Oro, los ejércitos mongoles barrieron toda resistencia en Europa oriental, asolando Lituania, Polonia, Silesia, Croacia y Bulgaria. Toda oposición fue aplastada. En Kiev, la ciudad más hermosa de Rusia, los príncipes locales pagaron en diciembre de 1240 con su vida y la completa destrucción del lugar el haber arrojado desde lo alto de la muralla a los emisarios mongoles. Su pericia como jinetes en campo abierto no le iba a la zaga de su capacidad destructiva en los asedios, donde contaban con máquinas de guerra procedentes de China, Persia y el mundo árabe.
Pocos meses después de caer Kiev, tres ejércitos polacos fueron derrotados y la antigua Cracovia incendiada. Las hordas solo dejaban vivos en las ciudades a mujeres jóvenes, hábiles artesanos y esclavos robustos. No en vano, el caso de Hungría, un poderoso reino que hacía de frontera con el mundo oriental, demostró de forma clara que las estrategias de Subutai se basaban siempre en algo más que en la fuerza bruta.
Al contrario de la idea extendida en Europa, los mongoles no avanzaban sin ton ni son, sino planeando al detalle cada campaña e investigando previamente las características de su enemigo. Mientras Hungría apenas sabía algo concreto de las hordas mongolas cuando cayeron sobre el país, los generales mongoles conocían las debilidades y puntos fuertes de su presa, sus enemigos y sus aliados, sus desavenencias internas… Eso explica, en parte, cómo pudieron destruir sin apenas dificultad este belicoso reino en cuestión de meses.

Las carencias de Europa

En un ataque súbito desde distintas partes del país, Subutai evidenció las carencias de los ejércitos europeos en la Edad Media y lo efectivo de jugar con el terror de la gente. Los mongoles, acostumbrados a moverse a gran velocidad por estepas eternas, podían atacar sin descanso, desde puntos muy distantes y pareciendo que eran más de los que eran en verdad. Para cuando el monarca húngaro Bela logró los apoyos políticos y militares necesarios para acudir al primer lugar donde se habían avistado a los tártaros, Subutai había penetrado ya con sus tropas hasta el interior del país.
La batalla que decidió el destino del país sorprendió a los húngaros en medio del colapso total y las luchas internas. Tras un combate donde perdió a lo mejor de su caballería y parte de la élite política y religiosa, el Rey Bela extravió su reino y se convirtió en un refugiadoque suplicó ayuda y vendió sus tesoros a otros países para recuperar su tierra.
«El Reino de Hungría, que empezó con el Emperador Arnolfo y ha durado tres siglos, ha sido destruido por los tártaros»
Un cronista bávaro dejó escrito: «El Reino de Hungría, que empezó con el Emperador Arnolfo y ha durado tres siglos, ha sido destruido por los tártaros». Una afirmación que no se corresponde con lo que realmente ocurrió. Los mongoles se establecieron en Hungría, nombraron jueces y funcionarios, constituyeron autoridades en las ciudades y, en definitiva, crearon una administración avanzada de inspiración china. Luego, Subutai continuó su avance hacia el oeste y se prepararó para atacar Viena en la primavera de 1242. Sin embargo, la prematura muerte de Ugedei en esas fechas supuso la retirada de los ejércitos mongoles de todos los frentes a fin de participar en las deliberaciones del kurultai sobre la sucesión.
Ilustración de Bela IV de Hungría
Ilustración de Bela IV de Hungría
Los tártaros se retiraron de Hungría tan rápido como habían llegado. Los europeos de su tiempo nunca supieron la razón, ni entendieron cuánto de cerca se habían quedado de ser procesados por la maquinaria mongol. Pero, ¿por qué nunca volvieron sobre sus pasos? En Karakorum, 2.000 descendientes de Genghis Khan eligieron a un nuevo líder, en un proceso lento y farragoso que erosionó la unidad que habían tenido las dos primeras generaciones del Imperio.
Si bien no faltaron emperadores mogoles de gran prestigio y poder en el futuro, pocos se preocuparon por avanzar hacia Europa. Sus prioridades se centraron en Asia, entre otras cosas porque el reino que se extendía por Rusia, la Horda Dorada, constituyó una entidad independiente. Su interés por Occidente resultó limitado.
Pinchando en el enlace se abre el vídeo.

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