Luis Doncel
El BCE rebaja "sustancialmente" la previsión de crecimiento para este año en plena oleada de preocupación por la desaceleración en la eurozona.
Y Draghi sorprendió a todos. Tras ser acusado de permanecer inmóvil ante el deterioro de la coyuntura, el Banco Central Europeo disparó el jueves a dos bandas: oficializó el aplazamiento de la subida de tipos y anunció un nuevo manguerazo de liquidez —y ya van tres— para asegurar que el crédito fluya de la banca a empresas y familias. El italiano al frente de la política monetaria europea muestra en el último tramo de su mandato que dispone aún de un amplio arsenal de herramientas. “Cuando estás en una habitación oscura, te mueves con pasos pequeños. No corres, pero sí te mueves”, resumió.
Mario Draghi, presidente del BCE, en la rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno del jueves en Fráncfort (Alemania) KAI PFAFFENBACH REUTERS
Por la vía de los hechos, el Banco Central Europeo (BCE) admite la gravedad de la situación. No solo aplaza unos meses la próxima subida de tipos. También aprueba una nueva oleada, la tercera desde el inicio de la Gran Recesión, de liquidez para los bancos. Con esta decisión, el organismo que encabeza Mario Draghi interviene en plena preocupación por la recesión en la que ha entrado Italia y la debilidad de grandes economías como la alemana.
“No esperaba que fuera a hacer tanto. Nos ha sorprendido”, admite José Manuel Amor, analista de AFI. “Más allá de las medidas, que son importantes porque refuerzan la capacidad de la economía europea de resistir en un entorno de riesgo, el BCE adopta un papel proactivo”, añade. “Draghi ha enviado una señal inteligente y necesaria, porque contribuye a mitigar el cada vez más amenazante enfriamiento de la economía”, añade Marcel Fratzscher, presidente del think-tank alemán DIW.
Las subastas de liquidez trimestrales comenzarán el próximo septiembre y concluirán en marzo de 2021. Cada una con un vencimiento a dos años. La idea es, según el comunicado, “ayudar a preservar las condiciones de préstamo favorables de los bancos”. Y recuerda a las ya aprobadas en lo peor de la crisis —la primera en 2014, y la segunda en 2016—, cuando se constató que el sistema circulatorio del dinero se había gripado. Las condiciones son, sin embargo, menos favorables para la banca en esta ocasión. Lo anunciado el jueves sugiere, según el economista Lorenzo Codogno, que se trata más de “un movimiento defensivo para evitar un endurecimiento de las condiciones de crédito, más que un intento de inyectar nuevos estímulos” en la economía.
Para acceder a este dinero, las entidades financieras deberán prestarlo efectivamente a empresas y familias. Draghi recordó que el programa de 2014 se volcó en la compra de deuda pública, algo que ahora no debe volver a producirse. Los nuevos fondos deberían endulzar la píldora a aquellas entidades que se enfrentan al vencimiento de los préstamos del manguerazo de liquidez de 2016. Además, el BCE anunció que prolongará hasta marzo de 2021 la barra libre de dinero que presta a la banca a un interés fijo.
La otra gran decisión del día es el aplazamiento de la subida de tipos, en el 0% desde hace tres años. Esta es de tan solo unos meses. Y en la práctica no parece tan importante, porque en el mercado ya nadie confiaba en que la subida del precio del dinero se produjera este año. Pero muestra hasta qué punto la preocupación por la situación macroeconómica es honda.
Adiós sin alzas
Al aplazar la subida de tipos, Draghi desoye los consejos del alemán Jens Weidmann, aspirante a sucederle al frente del BCE, que prefería mantener el calendario abierto. Las decisiones del Consejo de Gobierno fueron, sin embargo, unánimes, como destacó el propio Draghi, que añadió que algunos miembros del Consejo pretendían alargar aún más el calendario, con la propuesta de que la primera subida no fuera antes de marzo de 2020.
La próxima subida de tipos —la primera desde 2011— ya no se producirá a partir de este verano, el plazo mínimo que el BCE había fijado, sino, como muy pronto, a finales de año. “Y, en cualquier caso, durante todo el tiempo necesario para asegurar la convergencia de la inflación a niveles inferiores aunque próximos al 2%”, según la coletilla habitual del Eurobanco. Esto supone que Draghi se despedirá en octubre del cargo siendo el primer presidente del BCE que nunca ha subido el precio del dinero.
No se mencionó en el Consejo de Gobierno la idea de retomar el programa de compra de deuda que concluyó hace tan solo tres meses. Pero Draghi no quiere atarse las manos. Y evitó descartar que el BCE vaya a apretar en el gatillo en un futuro próximo.
En Europa, preocupan un Brexit más o menos nocivo, Italia y el sector automovilístico alemán. Pero las amenazas a las que se enfrenta la eurozona proceden en su mayoría del exterior. Draghi mencionó el habitual listado de frentes abiertos: amenaza proteccionista, problemas en los países emergentes, desaceleración en China y, quizás, en Estados Unidos... Por tanto, la situación podría mejorar si estos riesgos comenzaran a diluirse. El BCE ve muy poco probable una recesión en la eurozona. Y alaba los pasos dados en China y EE UU para alejar los riesgos. Pero estos siguen latentes. El aún jefe del Eurobanco justificó su renovado intento por tomar la iniciativa: “En tiempos de incertidumbre [...], tratas de ser proactivo, no reactivo. Porque si no la situación puede evolucionar de una forma imprevisible e indeseada”.
EL BCE SE UNE A LA OLEADA DE REBAJAS DE PREVISIONES DE PIB
Le ha llegado el turno al BCE. Después de que la OCDE, el FMI o la Comisión Europea hayan revisado a la baja sus previsiones de crecimiento para este año, el organismo responsable de coordinar la política monetaria de la eurozona reconoció en su reunión del jueves que el clima económico se deteriora a paso agigantado.
El PIB de la eurozona ya no crecerá este año un 1,9%, como preveía en diciembre, sino un 1,1%, solo una décima más de lo dicho el día anterior por la OCDE. Es esta una revisión “sustancial” como reconoció el propio Draghi. La rebaja para el próximo año es más leve: la eurozona crecerá entonces un 1,6% frente al 1,7% que pronosticaba en diciembre.
El Eurobanco también ha revisado sus cálculos de inflación, que pasan este año del 1,6% inicialmente previsto al 1,2%. Los precios crecerán en 2020 un 1,5%; y un 1,6% al año siguiente. Se alejan así del objetivo del 2% que se marca el BCE, justificando la aprobación de nuevas medidas de política monetaria. Como resumía ayer en una nota el banco ING, lo que hizo ayer el BCE tan solo fue “reconocer al fin la nueva realidad de elevada incertidumbre”.
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