J. A. Aunión
El historiador presenta 'Demasiados retrocesos', una recopilación de artículos sobre el camino a la democracia en la España del último siglo.
Concentración en Madrid de PP, Ciudadanos y Vox en contra del Gobierno el pasado 10 de febrero. JAIME VILLANUEVA
Las verdaderas consecuencias de la irrupción de Vox en la política española se verán en los próximos meses, tras el ciclo electoral que se abre con las elecciones generales de finales de abril, opina el catedrático emérito de Historia Social y del Pensamiento Político de la UNED Santos Juliá. De momento, no puede hablarse de un retroceso democrático, sino de un “fenómeno político” que ya ha tenido, eso sí, algunas consecuencias, con una derecha en "confusión desbaratada" y con Ciudadanos convertido "en un partido que compite por la extrema derecha; algo increíble, en un partido que había aparecido como liberal y socialdemócrata, aunque ya se desprendió de lo de socialdemócrata”. Juliá analiza la actualidad con la perspectiva del historiador que se ocupa en asentar el presente en el contexto de idas y venidas, de avances y pasos atrás que, en su opinión, ha caracterizado los últimos 120 años de España. Es lo que ha intentado reflejar en el libro Demasiados retrocesos. España 1898-2018, según ha explicado esta mañana durante un encuentro con la prensa en Madrid.
La obra, editada por Galaxia Gutenberg, es una recopilación de artículos que JuIiá ha ido publicando en los últimos años en obras conjuntas, publicaciones especializadas y en el diario EL PAÍS, donde ejerce como columnista habitual. Un prólogo y un epílogo —titulado ¿Democracia en crisis?— escritos ex profeso y la edición de los artículos hacen del libro, según el autor y su editora, María Cifuentes, un conjunto que va desgranando de forma coherente esa narración, la de una historia de España en la que los avances hacia la democracia plenamente europea —con el impulso de la Generación del 14 que culminó en la República, los esfuerzos de la Generación del medio siglo y, finalmente, con la Transición— han ido chocando con las regresiones: el desastre de 1898, la Guerra Civil y el desmantelamiento cultural y político propiciado por la dictadura y, ahora, cuando ya parecía todo conseguido, con el cuestionamiento del sistema.
“Esta recopilación de ensayos tiene que ver con el momento que nos ha tocado vivir, en el que parece que todo lo logrado a partir de la Transición estuviera de nuevo en discusión o recusado o debilitado por las nuevas políticas que se han opuesto en marcha desde la crisis económica. Lo que este libro pretende abordar no es tanto —aunque también— la crisis política, sino una crisis de Estado”, ha explicado Juliá. El título, ha añadido, lo ha tomado prestado de un viejo amigo, el profesor Ramón Carande, que utilizaba esa idea de los retrocesos para contraponerla a la idea de España como nación irremediablemente fracasada.
Volviendo a la actualidad, el historiador habla de una doble crisis, que, aunque se influyen entre sí, conviene explicar por separado. Por un lado, la del “sistema de la política, del sistema de partidos”, que comenzó con las manifestaciones de 2011 y ponía en cuestión lo que llamaron el Régimen del 78. En este lado de la crisis, Juliá saca sin embargo una conclusión positiva: “A diferencia de lo que ocurría en la II República, cuando había partidos antisistema cuya intención era claramente destruirlo, ahora el sistema democrático español se ha mostrado mucho más abierto, mucho más flexible, con una capacidad de adaptación mucho mayor para incorporar voces que surgen en los límites del sistema”, dice defendiendo la comparación pese a las evidentes diferencias entre la situación de hace ocho décadas y la actual.
"Extrema debilidad"
El otro ángulo de la crisis es “el intento de todavía no se sabe qué protagonizado por los nacionalistas catalanes en los últimos años”, con un “pronunciamiento civil" al que está respondiendo el poder judicial porque la política no ha sabido “encontrar un espacio de entendimiento o de diálogo o de negociación con ese poder del Estado que se rebela contra el Estado del que ellos son poder”. ¿Por qué? “Porque el sistema político está pasando por un momento de extrema debilidad. Llevamos desde 2015 con Gobiernos a los que no solo le falta autoridad para crear ese espacio de negociación, sino que les falta poder”, explica.
De ese modo, no se dan las condiciones necesarias para la única salida posible, duradera a medio plazo, es decir, la reforma de la Constitución. Y no solo por esa debilidad de los Gobiernos, sino por un contexto político de “extrema gravedad” que Juliá llama de “bipolarización fragmentada”. Esto es: “Cuando hay una fragmentación interna de cada campo, normalmente, las luchas por la hegemonía en cada uno conducen a una radicalización de la política contra el otro; el odio al contrario se ha extremado”. Y, aunque el libro que acaba de presentar se detiene en diciembre de 2018, el historiador se acerca más en el tiempo para explicar esa situación, pues si esa fragmentación condujo a la radicalización del discurso independentista en Cataluña, está haciendo algo parecido ahora en la derecha con la llegada de Vox: “La derecha española está entrando en una confusión desbaratada”, asegura, con Ciudadanos compitiendo por la extrema derecha, y el PP “tirado ya” hacia los mismos discursos de Vox, que sin duda ha creado “una tensión en el conjunto del sistema que ya era pluripartidista”.
Mientras, el PSOE, aunque no “se ha caracterizado por la construcción de un discurso propio para hacer frente a las crisis, sino más bien por determinadas tomas de decisión que estaba dispuesto a cambiar si las circunstancias cambiaban, podría verse beneficiado, ya que la confusión del resto de partidos ha dejado “un gran terreno desierto”: el del centro. Aunque también podría ser que muchos votantes socialistas volvieran a castigarle con la abstención, como ocurrió en las elecciones andaluzas del pasado diciembre, añade.
El panorama que dibuja Juliá es sin duda grave, con una “crisis Estado que no es para tomársela a la ligera”. Pero insiste, en positivo: “Creo que la democracia en España es sólida, está bien asentada”.
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