Javier Salvatierra
El fondo logra el respaldo en la junta de accionistas gracias a que controla el 29% y la asistencia ha sido muy escasa.
La junta de accionistas de Dia. JULIAN ROJAS
Los accionistas de la cadena de supermercados Dia dieron este miércoles su apoyo al fondo LetterOne, propiedad del empresario ruso Mijaíl Fridman, en la batalla por el control de la empresa con el actual consejo de administración. La escasa asistencia a la junta de accionistas, apenas un 54,3%, sirvió en bandeja a Letterone el respaldo a sus propuestas, merced a ser titular del 29% de las acciones. Al tiempo, su voto rechazó los planes del consejo, que queda en una situación delicada. Fridman gana la primera batalla, deja a la empresa en una situación extraña (con el actual consejo desacreditado) y la guerra por el control total todavía está plagada de incertidumbres.
La junta de accionistas, que se preveía crucial, tuvo finalmente menos emoción de la que prometía. Al no concurrir ni el 60% de los accionistas, el voto de Letterone bastaba para aprobar o rechazar cualquier punto del orden del día y quedaba claro que el plan del consejo para sacar a la empresa del atolladero —ampliación de capital por 600 millones y plan de rescate— no tenía ninguna posibilidad de prosperar.
Así fue. Terminado el turno de preguntas, el secretario, Ramiro Rivera, leía que los accionistas habían dado su apoyo al punto 6.3 del orden del día, en el que se contenía la ampliación de capital de Letterone, por 500 millones y condicionada al éxito de la opa presentada en febrero a 0,67 euros por acción y a lograr un acuerdo con los bancos sobre la deuda del grupo de distribución. Al tiempo, se rechazó el punto 6.1, el de la ampliación del consejo por 600 millones. De nada sirvió la intervención del consejero delegado, Borja de la Cierva, centrada en explicar la crisis de la empresa –“los últimos 12 meses han sido el periodo más difícil y convulso de la compañía desde su fundación”, dijo- y en defender su plan para sacar a la empresa del atolladero: en situación de quiebra técnica tras presentar pérdidas por 352 millones en 2018 y con una deuda de 1.452 millones de euros.
Tras la junta, L1 Retail, la división minorista de Letterone, expresó su “satisfacción” por el resultado de la junta y anunciaba que trabajará “intensamente” para que la CNMV apruebe cuanto antes la opa, que a su vez debe ser aceptada por al menos la mitad del 71% del capital que Fridman no tiene. Sin opa, no habrá ampliación de capital, puesto que L1 se niega rotundamente a poner un euro más en Dia mientras no tenga el control absoluto de la empresa, es decir, hasta que logre su opa.
Según lo que se escuchó ayer en la junta, todavía tendrá que trabajar para ganarse el apoyo de los titulares minoritarios. El accionista José Antonio del Barrio reprochó al “espabilado” Fridman “haga negocio a costa de los minoritarios”. “¡Váyase a Rusia, joder!”, espetó en el turno de preguntas. También tuvo para el consejo, al que consideró “responsable de la ruina de nuestra inversión” y le reprochó “la poca vergüenza” de pedir más dinero para su ampliación. “Somos tontos, pero no gilipollas”, resumió. Otros accionistas también se mostraron contrarios a la opa. No se conoció el porcentaje de apoyo a los planes de Fridman, que podría ser indicativo del ánimo vendedor de los accionistas minoritarios, vitales para la opa, puesto que suman más del 57% de las acciones.
Acuerdo con la banca
Letterone anunció también que trabajaría con el consejo para garantizar “la viabilidad a largo plazo” de Dia y que seguirá buscando un acuerdo con los bancos acreedores para lograr “una estructura de capital viable a largo plazo”, es decir, sobre las deudas de la compañía. ¿Qué pide Fridman a los bancos? Que acepten aplazar cualquier vencimiento de deuda hasta 2023. No debería ser difícil: el consejo ya había logrado ese oxígeno de la banca un día antes de la junta. Ese acuerdo, si bien estaba supeditado formalmente a la aprobación del plan del consejo, debería servir de base para las negociaciones de Letterone con la docena de entidades acreedoras, iniciadas en realidad hace meses.
De hecho, el consejo aludió en una nota al acuerdo con la banca que L1 debería “alcanzar (o ratificar)”, lo que supone un indicio de que se busca una salida negociada entre las tres partes —Letterone, consejo y banca— a la situación en que está la empresa. En patrimonio negativo, tiene dos meses para recuperar el equilibrio patrimonial antes de entrar en concurso de acreedores –si algún acreedor no lo pide por su cuenta-. El consejo, que se reunió tras la junta, descarta pedirlo y hacer estallar la situación. Al contrario, afirmó que seguirá trabajando con L1 y con los bancos para “cumplimentar los requisitos que le competan” y para mantener la empresa en marcha.
Pero lo cierto es que este miércoles quedó desacreditado. Como prueba, fue rechazado en la junta el nombramiento de Miguel Ángel Iglesias, propuesto por el consejo, como consejero ejecutivo. No así el de Jaime García Legaz, ex secretario de Estado y al que muchos ven como futuro presidente no ejecutivo de la empresa. También fue rechazada la renovación de KPMG como auditor, tras 20 años supervisando las cuentas de la cadena. EY, que ya fue coauditor de las últimas cuentas, será el titular a partir de ahora.
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