Cristina Delgado
La cadena de supermercados recibirá hasta 871 millones entre la ampliación de capital, de 600 millones, y los préstamos de la banca.
Fachada de una tienda Dia en Madrid. KIKE PARA
LetterOne ha dado luz verde al plan de rescate de Dia, de nuevo, contra reloj. El fondo, propiedad del empresario ruso Mijaíl Fridman, ha anunciado que inyectará 500 millones de euros en la compañía de la que es el máximo accionista, con un 69,76% de los títulos tras la opa que finalizó en mayo. Es un avance del dinero que tendrá que poner en la empresa en la ampliación de capital, que será de hasta 600 millones, y no de 500 millones como avanzó LetterOne. La subida se produce después de que los bancos se hayan comprometido solo a ofrecerle líneas de financiación de 71 millones y de que el propio LetterOne vaya a asegurar otro préstamo de 200 millones para tapar los agujeros más urgentes —271 millones en total, y no 380 millones como estaba previsto en inicio—.
En total, Dia podrá tener a su disposición hasta 871 millones de dinero fresco, la inmensa mayoría, aportados por el propio inversor ruso. Así, recibirá hasta 600 millones de los accionistas a través de la ampliación de capital, de los cuales 500 serán asegurados (y serán adelantados ya mismo) por LetterOne, otros 200 millones a través de un préstamo a tres años asegurado por LetterOne (al 7% de interés) y 71 millones más de los acreedores actuales (los aportan 11 entidades, al 5,5% de interés, para hacer frente a facturas).
"El acuerdo con los acreedores de DIA pone punto y final a una serie de importantes iniciativas para salvaguardar la compañía y colocarla sobre una base estable para la creación de valor a largo plazo con todos sus grupos de interés", ha asegurado Stephan DuCharme, presidente de grupo, en un comunicado.
En la crisis de los supermercados Dia, todo se consigue en el tiempo de descuento. El pacto con los bancos acreedores para refinanciar la deuda ya se logró al filo de presentar el preconcurso de acreedores, el pasado 20 de mayo. La compañía ha vivido meses de infarto. Desde el verano pasado, cuando comenzaron a asomar las pérdidas y el consejero delegado Ricardo Currás fue despedido, todo han sido problemas. Tras encadenar varios gestores y reconocer que sus pérdidas eran mayores de lo anunciado, la empresa a cierre de 2018 registró unas pérdidas de 352 millones de euros y admitió que estaba en quiebra técnica, con un patrimonio negativo de 166 millones de euros.
El empresario ruso Fridman, a través del fondo LetterOne, fue ampliando desde 2018 su presencia en el grupo y acabó por lanzar una opa sobre la empresa, con la que en mayo no logró el 100% del control, pero sí casi el 70%. Su plan de rescate sobre la compañía pasaba por renegociar la deuda con los acreedores y hacer una ampliación de capital de 500 millones de euros, a la que acudiría como máximo accionista, para inyectar capital y reflotar la compañía. Pero el dinero no llegaba, porque Fridman se negaba a ponerlo hasta que las entidades firmaran una línea de liquidez de 380 millones de nueva financiación. LetterOne ya avisó de que no aprobarían la necesaria ampliación y la cadena volvería a quedar abocada al desastre.
Al final, según la comunicación enviada al regulador bursátil, la línea de financiación será de 271 millones, y de estos, 200 los pone el propio LetterOne. Y a cambio, la ampliación asciende a 600 millones, por lo que se tendrá que votar en la junta esa subida de 100 millones.
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