miércoles, 12 de junio de 2019

Mikel Lejarza, «El Lobo»: «Hay una facción de ETA que tiene ganas de volver a las armas»

ABC ESPAÑA
Laura L. Caro

«En Terra Lliure -organización terrorista que planeó atentar contra los Juegos Olímpicos- Puigdemont era uno más, pero huyó a Suiza»


Lejarza (de espaldas) y Rueda, autores del libro - ABC


En 1980, en Bilbao, Mikel Lejarza metió una pistola en la boca a un juez y le amenazó a gritos con matarle por decir que si la Guardia Civil se hubiera dejado las armas en Madrid, «aquí no pasarían muchas de las cosas que pasan». Eran los años de plomo y el episodio ilustra el grado de cruda exposición de los hechos recogidos en «Yo confieso. 45 años de espía» (Rocaeditorial), las memorias de quien en 1975 propició la captura de la cúpula de ETA.
El libro, un best seller que ya va por su quinta edición, es el relato de «un agente negro» -siempre negando pertenecer a los Servicios Secretos, siempre negado por ellos- que se narra en primera persona, recurso que ha permitido contar la verdad de «El Lobo», pero también la del hombre. Sus sentimientos. Lo explica el coautor, Fernando Rueda, que reivindica que el Lejarza de la película que se hizo con su seudónimo no existe: «Nunca se fue a las Bahamas a una vida de lujo, sino que estuvo 15 años más persiguiendo etarras, se infiltró en el mundo empresarial, en el narcotráfico, el yihadismo...». Sus aportaciones aparecen aquí tras las iniciales F.R.. Lo demás, es la historia de «El Lobo».
-Dice en el libro, señor Lejarza, «no creo en el final de ETA» y cree que «queda peligro para seis décadas» en los que incluso «habrá muertos»
-Terminó la época de los asesinatos masivos. Pero ETA en sí no ha terminado aún porque el odio está in crescendo... están ahí con el propósito de en cualquier momento volver a coger las armas... puede ocurrir, depende de cómo les parezca que transcurre la política en España. Nos gustaría un final en el que todos pudiéramos pasear por el País Vasco sin tener que mirar hacia los lados y ese final nos va a costar décadas.
-Asegura que se pudo haber acabado con la banda muchas veces... incluso en la época de su infiltración, cuando llegó a ser jefe de infraestructura de ETA, propuso tras la captura de la cúpula que se le encarcelara a usted como un etarra más, y luego simular una huida para hacerse con la organización y destruirla...
-En un principio no se acabó con ETA por la poca preparación que había. El Servicio era nuevo, no se conocía nada sobre ETA. Fue la cabezonería, no me dejaron hacer lo que yo pretendía. Luego ha habido veces en que la Guardia Civil ha tenido oportunidades de acabar con ETA y estoy seguro que el Servicio de Inteligencia ha tenido ocasiones, pero entramos en el terreno de la política y por tanto en el de los intereses. Solo hay que mirar a aquellos que se han favorecido, claramente, el PNV. Hubo un conato en años 80, cuando ETA llega a asesinar a gente suya que quería dejarlo, no se lo permitían. ETA siempre tiene sus armas y siempre hay algunos que están en contra de otros, y ahí está el problema. Hoy hay una facción de ETA que está con ganas de volver a las armas, en las prisiones... la rama que estamos oyendo continuamente por ahí, la de Iñaki Bilbao, presiona con volver a las armas.
-También insinúa que con sucesivos gobiernos, usted ha facilitado datos para grandes detenciones, como las de Smith o Ternera, o frenar atentados que no se utilizaron
-Es vox populi dentro de los Servicios de Información. Ahora, yo no puedo decir este u otro gobierno: todos han tenido intereses y todos han pactado con ETA. Decir otra cosa sería mentir.
-Sostiene que los muertos de la banda no son 830, sino 1.200, ¿qué motivo habría para ocultar esa cifra?
-Porque dentro de ese pacto que todos han buscado está el hecho de minimizar todo el daño que ha hecho ETA. Para facilitar el final, nadie quiere sacar a la luz la verdad.
-(F.R.) Mikel está trabajando con organizaciones facilitando información que tuvo en su momento para tratar de esclarecer asesinatos cometidos por ETA que ETA no ha reconocido.
-En 1979 le amenazan públicamente («Miles de ojos te perseguirán hasta encontrarte. Y los ojos del pueblo no se cierran nunca») y en el libro confiesa creer que hay una bala a su nombre. ¿Ese miedo le mantiene oculto?.
-Miedo no, debo tener muchas precauciones. ETA ha sembrado tanto el País Vasco de pasquines con mi fotografía, intentando ponerme una imagen de traidor, que se creado un germen de rabia hacia esa figura. Cómo no va a haber precaución, más que antes.
-Lo que cuenta es que también le han querido matar «los suyos» varias veces, menciona un Ford Escort bomba ante su casa, que estaba vigilada...
- Si un servicio de inteligencia te quiere matar te va a matar. El problema es cómo. En aquella época hubo un exmiembro de los Servicios, siempre ha sido otro agente negro creo, que dijo públicamente que se echó a suerte si lo mataban o no y salió que no. El viaje a Argelia mío, no le he visto sentido nunca... la única es que me mataran allí. El tema del Ford Escort era otra forma de que desapareciera.
-(F.R.) Mikel sabe desde el principio que si le descubren le sacan los ojos, pero cuando empieza a darse cuenta de que los suyos también pueden matarle es cuando le nombran jefe de infraestructuras de ETA, en la cúpula, y sabiendo que está en una reunión, los suyos ponen una bomba... están locos.
-Asegura que si hubiera muerto los Servicios se hubieran desentendido de usted y hubiera quedado -dice- «como un etarra». ¿Eso ha existido, hay agentes que han podido caer en una operación nunca reconocidos?
-Es algo que no sabemos. Igual puede haber alguno por ahí...
-Explica que guarda cintas y que si le ocurre algo «reventará todo»...
-Todos los agentes infiltrados guardan algo porque te puede caer una losa encima y... lo que tengo son cosas que sería mucho mejor que se murieran.
-¿Cómo ve el acercamiento de presos etarras y los homenajes que reciben?
- Solamente pido a Dios que no tenga que pensar diferente a lo que he pensado hasta ahora.
-(F.R.) Él ha luchado toda su vida contra ETA y si resulta que ahora son héroes, ¿para qué se ha jugado la vida?
-Narra la desactivación antes de las Olimpiadas de Terra Lliure, en cuya órbita encuentra a Carles Puigdemont, y de un aparente pacto del Estado con ETA para que no atentara.
-Volvemos a eso de lo que no se puede hablar. Solo una reflexión... ¿por qué no había ningún miedo a ETA?
-(F.R.) porque estaban obsesionados con acabar con Terra Lliure, pero no con que ETA cometiara atentados...
-... y ahí lo tenemos que dejar. En Terra Lliure, Puigdemont era uno más. El problema es que Puigdemont siempre huye, y entonces huyó como ahora... lo que me da qué pensar.
-(F.R.) Mikel no se explica bien por qué, pero antes de la redada contra los de Terra Lliure, desapareció.
-Se pilló un año sabático. Se esfumó.
-¿Dónde fue?
- A Suiza, qué casualidad...
-El libro se completa con las reflexiones de su mujer, Mamen, sobre una vida en la que usted ha sido encarcelado, no pudo ir al entierro de sus padres, ha tenido mil identidades... y además pasando muchos apuros económicos ¿volvería a hacerlo?
-Empecé a trabajar como agente por 30.000 pesetas cuando ganaba un millón al mes como decorador. Hemos pasado momentos dificilísimos... a día de hoy digo que volvería a hacerlo siempre que sea por el bien de los demás. Espero no tener que pensar de otra manera dentro de un tiempo...

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