Silvia Ayuso/DanielVerdú
El Gobierno galo dice que faltaba el “apoyo explícito” de Nissan.
Logos de Fiat y Renault ERIC GAILLARD REUTERS
No habrá por el momento un matrimonio automovilístico entre Francia e Italia. Ante la tardanza de Renault en dar su sí quiero a la propuesta de fusión al 50% con Fiat Chrysler Automobiles (FCA), el grupo ítalo-americano ha retirado en la madrugada de este jueves su oferta, alegando que no se daban las “condiciones políticas” para continuar. El Gobierno francés se ha defendido afirmando que trabajó de “forma constructiva” y, aunque dijo “tomar nota” de la decisión, sigue considerando que la puerta no está totalmente cerrada. La clave, según París, estaba en el socio nipón de Renault, Nissan, que seguía sin dar su visto bueno “explícito” al proyecto. Poco después de conocerse la noticia y después de diez días de noviazgo, los dos gigantes europeos sufrían una fuerte caída en bolsa.
Según dijo el grupo FCA en un comunicado, pese a que sigue “firmemente convencido de la razón convincente y transformadora” de su propuesta, “ha quedado claro sin embargo que las condiciones políticas en Francia no existen en estos momentos para continuar con éxito” con el proyecto, que buscaba crear el tercer grupo mundial del sector del automóvil. El propio presidente del grupo, John Elkann lanzó un comunicado por la tarde en el que consideraba "irrazonable seguir adelante con la operación" y cerraba completamente la puerta a seguir negociando. "Hacía falta ser valientes para iniciar un diálogo como hicimos nosotros. Pero cuando queda claro que las conversaciones se llevan hasta un punto donde seguir empujando no es razonable, es necesario ser también valiente para interrumpirlas y volver inmediatamente al trabajo".
La visión de la jugada ha sido criticada desde algunos sectores en Italia, que consideran que la referida "situación política" es la misma que cuando comenzó la negociación. Además, desde la oposición se ha atacado fuertemente al Ejecutivo italiano, especialmente el vicepresidente y ministro de Trabajo y Desarrollo Económico, Luigi Di Maio, por no haber acompañado la operación y contribuir a que llegase a buen puerto. De hecho, el líder de M5S solo ha acertado a decir que "cuando la política intenta intervenir en los asuntos económicos, no siempre produce beneficios".
La resolución del caso, un proyecto que ya deseaba el anterior consejero delegado de FCA, Sergio Marchionne, abre otro capítulo en la batalla que libra Francia e Italia en diferentes frentes desde hace algún tiempo. El candidato a las elecciones europeas y ex ministro de Desarrollo italiano, Carlo Calenda, fue el primero en atizar ese fuego. "Francia confirma que es un país europeísta solo cuando le viene bien, exactamente igual que sucedió con el caso de Fincantieri. Como siempre he repetido, la credibilidad de Emmanuel Macron como defensor de una Europa unida es igual a cero"·.
La decisión se conoce solo unas horas después de que, pasada la medianoche, la junta directiva de Renault, reunida por segundo día consecutivo para decidir si aceptaba una fusión que desde un principio consideró “interesante”, pidiera más tiempo para dar una respuesta. En un escueto comunicado, Renault también apuntaba directamente a los representantes del Estado —que con el 15% es el principal accionista de la compañía gala— como responsables del retraso, al señalar que estos habían solicitado que “se pospusiera la votación”. Sin embargo, el Gobierno francés se ha defendido de estos más o menos velados reproches.
El Estado recibió “abiertamente” la propuesta de FCA y “ha trabajado de forma constructiva con todas las partes”, sostuvo en una declaración el ministro de Economía, Bruno Le Maire, quien la víspera había llamado a Renault a “no precipitarse” en una decisión. Desde que se conociera la propuesta de fusión, el pasado 26 de mayo, el Gobierno dijo que la veía con buenos ojos, pero que reclamaba varias garantías: ante todo, que se asegurara el mantenimiento de las plantas industriales y de los puestos de trabajo en Francia (más de 48.000), así como que la gobernanza de Renault y FCA fuera “equilibrada” y el Estado francés tuviera representación en el consejo que resultara de la fusión. París también exigía que el grupo fusionado continuara trabajando con Alemania en el proyecto conjunto de baterías eléctricas y, finalmente, que toda la operación fuera realizada “en el marco de la alianza entre Renault y Nissan”.
De acuerdo con el ministro de Economía, habría sido esta última condición la que frustró el proyecto. “Faltaba obtener un apoyo explícito de Nissan y el Estado quiso por lo tanto que la junta directiva dispusiera de cinco días adicionales para garantizarse el apoyo de todas las partes”, señaló Le Maire en su comunicado.
“La razón por la que este acuerdo no se ha realizado está vinculado a la preservación de la alianza entre Renault y Nissan, no tiene nada que ver con intervenciones políticas”, insistió posteriormente un responsable de Economía bajo condición de anonimato, según la Agencia France Presse. “Hemos sido muy claros: nos hacía falta el apoyo explícito de Nissan (…) no podíamos poner en peligro la continuidad de la alianza en esta operación”, agregó.
Nissan, asociado desde 1999 con Renault a la que se ha añadido Mitsubishi, había dicho esta semana que no se oponía de frente a la fusión, pero advirtió de que habría que “revisar profundamente” la alianza franco-nipona. Renault controla el 43% de Nissan, mientras que el grupo japonés tiene un 15% en el accionariado del fabricante francés, sin derechos de voto, y controla el 34% de Mitsubishi Motors. Para FCA, que ya había anunciado toda una gama de nuevos modelos basados en una tecnología de la que no dispone, la participación de Nissan era fundamental. Si finalmente la operación quedase completamente desestimada, se vería obligada a buscar otro socio en el mercado asiático.
Aunque el proyecto de fusión parece por el momento cosa del pasado, París asegura que no tira la toalla. El ministro de Cuentas Públicas, Gérald Darmanin, defendió la postura de su colega. “Francia ha defendido los intereses franceses”, dijo en la emisora Franceinfo, donde subrayó que “pedir tiempo para un matrimonio es normal”. No obstante, agregó, “no hay que cerrar la puerta. Hay que seguir trabajando porque la automovilística es una industria que va a seguir evolucionando”.
También Renault, que se declaró “decepcionado” por la marcha atrás de Fiat, dejó la puerta entornada. En un nuevo comunicado, consideró la ahora retirada propuesta como una iniciativa “oportuna” que tiene una “lógica industrial convincente” y un “gran mérito financiero” que habría permitido una “potencia automovilística global basada en Europa”.
El proyecto de fusión franco-italiano preveía la creación de un grupo con base en Ámsterdam y que estuviera en manos al 50% de los accionistas de Renault y FCA. El nuevo gigante automovilístico, que fabricaría 8,7 millones de vehículos al año y estaba valorado en más de 30.000 millones de euros, habría cotizado en París, Nueva York y Milán. En las dos bolsas europeas, la frustración del proyecto hizo que las acciones de Renault y Fiat se desplomaran a la apertura de las bolsas del jueves. La acción de Renault se hundió un 7,10% en la Bolsa de París, mientras que en la de Milán Fiat registraba una pérdida de 3,2%.
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