sábado, 2 de marzo de 2019

Washington y los talibanes negocian la paz en Qatar. 4º ESO

ABC INTERNACIONAL
Mikel Ayestarán

Los islamistas envían a Doha a su número dos para cerrar un acuerdo con EE.UU..


Tropas de EE.UU. en Afganistán - REUTERS


Talibanes y estadounidenses retomaron la negociación en Doha para intentar poner fin a 17 años de una guerra que en 2018 costó la vida al menos a 3.804 civiles, 917 de ellos niños, según el último informe de Naciones Unidas. Un mes después de establecer un «esbozo de acuerdo», ambas partes se centrarán esta semana en acordar los detalles para un alto el fuego que abra las puertas a la retirada de las tropas estadounidenses, según fuentes diplomáticas citadas por al agencia Reuters. Se trata de la negociación de mayor nivel hasta el momento porque en la capital se encuentra el mulá Abdul Ghani Baradar, cofundador y líder político de los talibanes.
Detenido en Karachi en una operación conjunta de los servicios de inteligencia estadounidenses y paquistaníes en 2010, Baradar fue viceministro de Defensa cuando los fundamentalistas gobernaban el país y tras la invasión estadounidense se convirtió en mano derecha del líder del grupo, mulá Omar. Desde mayo de 2007 hasta su detención formó parte del consejo supremo talibán en la llamada Shura (consejo) de Quetta. Su puesta en libertad en octubre fue uno de los gestos con los insurgentes para intentar ganar confianza de cara a la negociación. «El hecho de que el jefe adjunto de los talibanes asista a las negociaciones muestra que las dos partes esta vez lo toman seriamente», valoró el analista afgano Ahmad Sayeedi, consultado por la agencia AFP.

Una marioneta

Como en los anteriores encuentros, los talibanes se niegan a conversar con el Gobierno de Kabul, al que consideran una «marioneta» en manos de Estados Unidos, y solo se sientan frente al enviado de Donald Trump, Zalmay Khalilzad. La clave del diálogo vuelve a ser la retirada de las tropas estadounidenses a cambio de que los talibanes garanticen que no permitirán que el país se convierta en refugio para yihadistas de Al Qaeda o Daesh. Desde el final de la misión de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés), que acabó en 2014, quedan unos 22.000 soldados extranjeros desplegados en el país en el marco de la operación «Apoyo Decidido», 14.000 de ellos estadounidenses. Esta es la guerra más larga que ha librado su Ejército y hasta el momento ha perdido 2.419 hombres. Trump no oculta su deseo de retirarse de Afganistán y el plazo de salida filtrado por los talibanes es de 18 meses.

Récord de civiles muertos

El proceso de Doha se retomó 24 horas después de que la ONU publicara el informe anual sobre civiles muertos en Afganistán. El organismo internacional elevó a 3.804 los muertos en 2018, de ellos 917 niños, lo que significa el año más sangriento de la última década en el país. El 37% de los muertos y heridos se achacaron a atentados talibanes y el 20% a acciones de Daesh, según los datos de un informe que arroja también que «por primera vez desde 2009, cuando se comenzaron a documentar las cifras de fallecidos civiles, se registraron más de mil víctimas civiles en operaciones aéreas» de la coalición que lidera EE.UU.

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