EL MUNDO Economía
Vicente Lozano
La bandera de la República Popular China ondea junto a la de Hong Kong. EFE
ALGUIEN subió a Twitter la ilustración de un mapamundi con un círculo rojo que incluía China, India, Pakistán, las dos Coreas, Vietnam, Japón y otros países. Al lado, una flecha con una leyenda: «Dentro de este círculo viven más de dos tercios de la población mundial». Hay que ver la imagen para observar la pequeñez del círculo en comparación con el resto del planeta. Y es una foto perfecta de lo que ha cambiado el mundo. Porque esos miles de millones de personas que vivían en la mayoría de esos países ajenos al resto del mundo, ahora se han sumado, por la globalización, a los flujos de la economía internacional.
Hay que recordar la zozobra que supuso para el mundo desarrollado cuando hace unos cuatro años, el Gobierno chino decidió cambiar su política económica. Viendo que el crecimiento a base de exportaciones generaba tensiones en el país al incrementar la brecha entre la población urbana, que se iba haciendo rica, y la rural, decidió impulsar el consumo interno para equilibrar esas diferencias: el Baltic Dry Index, que mide el comercio marítimo mundial, se desplomó y se rozó una segunda recesión.
China es el rey de los países que se encuentran dentro de ese círculo. Acaba de terminar el XIX Congreso del Partido Comunista, que ha marcado un objetivo claro: liderar el mundo en todos los factores. Podemos decir que ya lo es casi en todos los sentidos. China es el segundo tenedor de deuda de Estados Unidos, con más de 1 billón de dólares -como el PIB español-. Es el primer consumidor de cemento del mundo, el país con la red de alta velocidad ferroviaria más desarrollada, ostenta la mayor capacidad de producción de energías renovables. En China se fabrican buena parte de componentes electrónicos de los productos que usamos. Es el primer inversor en África y sus empresas compiten en cualquier país desarrollado.
Con Mao, China era pobre y miraba hacia dentro. Con Xi Jinping -el nuevo Mao- es una potencia y su influencia llega a todo el mundo. Ahora quiere liderar también en lo político. No es casualidad que el mismo día en el que se clausuraba el Congreso del Partido Comunista, Rex Tillerson, secretario de Estado de EEUU con el aislacionista Trump, se reuniera en Nueva Delhi con el presidente indio para reforzar la cooperación entre ambos países.
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