Jaime Rubio Hancock
Els Segadors es el himno oficial de Cataluña. Ha sonado en el Parlament justo después de aprobarse la resolución para declarar la independencia. Se basa en un romance popular sobre la sublevación de Cataluña del 7 de junio de 1640, cuando los campesinos se alzaron en Barcelona en contra de la presencia de soldados castellanos, que estaban allí debido a la guerra con Francia. Esta revuelta terminó con una efímera república catalana.
Durante la transición se recuperó el himno, que recobró su tono claramente reivindicativo, en especial después de la Diada de 1976. El acto se celebró en Sant Boi porque Adolfo Suárez lo permitió a condición de que no tuviera lugar en Barcelona. Finalizó con el canto de Els Segadors.
Desde entonces, suena cada 11 de septiembre. En la pasada Diada, por ejemplo, lo interpretó el Orfeó Català al finalizar el minuto de silencio en homenaje a las víctimas de los atentados de agosto en Barcelona y Cambrils.
También se oyó en el Liceu el miércoles 20 de septiembre, el mismo día que la Guardia Civil entró en el Departamento de Economía y arrestó a 14 personas acusadas de organizar el referéndum ilegal del 1 de octubre. Tal y como recogía EL PAÍS, antes de comenzar una ópera de Rossini, el público cantó Els Segadorsdespués de que un espectador gritara: "Visca Catalunya!".
Una historia violenta y erótica
Este romance se escribió para dar a conocer la revuelta de los segadores del siglo XVII “y hacer una llamada a la resistencia contra las tropas reales”, según los historiadores Josep Massot, Salvador Pueyo y Oriol Martorell. La letra critica los excesos de los tercios de Felipe IV y relata la entrada sangrienta de los segadores en Barcelona.
El filólogo Manuel Milá i Fontanals lo incluyó en su Romancerillo catalán de 1882. Una década más tarde, Francesc Alió compuso un arreglo musical siguiendo el texto de Milà, pero con variaciones. La música de Alió está basada en otra canción del siglo XVII, Els tres garberets (garberet es sinónimo de segador). Se trata de una canción erótica. Para hacernos una idea, una de sus estrofas decía que “la civada no és al pla / ni tampoc a la muntanya / n’és a sota el davantal / la camisa que l’amaga” (la cebada no está en la plana / ni tampoco en la montaña / está bajo el delantal / la esconde la camisa).
La versión de Alió incluye el famoso (y en ocasiones polémico) “bon cop de falç, defensors de la terra” (buen golpe de hoz, defensores de la tierra), un añadido del poeta Ernest Moliné. Se hace especialmente popular a partir de 1897, gracias a la armonización de l’Orfeó Català, compuesta por Lluís Millet (bisabuelo del Fèlix Millet conocido por haberse apropiado de 3,3 millones de euros). Ya entonces las interpretaciones de esta canción se coreaban “de pie y seguidas de vivas a Cataluña”, según el libro citado de Massot, Pueyo y Martorell.
La letra actual es de 1899, adaptación de Emili Guanyavents, que le da el inicio conocido ("Catalunya triomfant") y rebaja el tono belicoso, aun manteniendo el "bon cop de falç" del estribillo.
La canción fue prohibida durante la dictadura de Primo de Rivera y durante el franquismo. No así durante la República, aunque no todo el mundo estaba tan contento con este himno, sobre todo por la letra. Por ejemplo, Ventura Gassol, consejero de Cultura de la Generalitat, propuso que se adoptara como himno el Cant del Poble, con música de Amadeo Vives y letra de Josep Maria de Sagarra. Otra rival histórica de esta pieza es la sardana La Santa Espina, que dice aquello de "som i serem gent catalana" ("somos y seremos gente catalana").
Esta pieza es el himno oficial de Cataluña desde que se aprobó una ley por unanimidad en 1993, dado que el Estatut no lo recogía como tal (el actual sí lo hace). El preámbulo de la ley explicaba que "circunstancias excepcionales de gran proyección exterior, como los Juegos Olímpicos de Barcelona, han consagrado el uso de esta canción como himno oficial de Cataluña".
También se ha cantado en el Parlamento catalán, precisamente en ocasiones más o menos reivindicativas. Por ejemplo, tras aprobar la ley del referéndum ilegal del 1 de octubre. También tras aprobar el Estatut en una votación de 2005.
La letra de Els Segadors
Catalunya, triomfanttornarà a ser rica i plena.Endarrera aquesta genttan ufana i tan superba!Bon cop de falç!Bon cop de falç, defensors de la terra,bon cop de falç!Ara és hora, segadors!Ara és hora d'estar alerta!Per quan vingui un altre junyesmolem ben bé les eines!(Tornada)Que tremoli l'enemicen veient la nostra ensenya:com fem caure espigues d'or,quan convé seguem cadenes!(Tornada).***Cataluña, triunfante,volverá a ser rica y plena.Que retroceda esta gentetan ufana y tan soberbia.¡Buen golpe de hoz!Buen golpe de hoz, defensores de la tierra,¡buen golpe de hoz!¡Llegó la hora, segadores!¡Ahora hay que estar alerta!Para cuando venga otro junio¡afilemos bien las herramientas!(Estribillo).Que tiemble el enemigoal ver nuestra bandera:como hacemos caer las espigas de oro,así segaremos las cadenas.(Estribillo).
La revuelta de 1640 y la República Catalana
Cataluña ya se proclamó república independiente en 1641, después de la revuelta de los segadores. Eso sí, tras apenas unos días, el país se colocó bajo protección francesa.
Las tensiones entre Cataluña y España llevaban años alimentándose. Por un lado, la política imperial castellana supuso un abundante gasto para las arcas. El conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV, intentó compensar esta situación económica con la Unión de Armas. El objetivo era que todos los reinos de la monarquía, y no solo Castilla, contribuyeran económicamente y con hombres al esfuerzo militar. Barcelona se negó porque iba contra las constituciones catalanas.
A eso se unió que España entró en guerra con Francia en 1635. Se trataba de un nuevo episodio de la Guerra de los Treinta Años, que llevaba en marcha desde 1618. El ejército francés invadió el norte de Cataluña y Olivares respondió enviando miles de hombres para preparar la nueva campaña, pero sin permiso de las instituciones catalanas. Olivares envió una carta al virrey que interceptaron los catalanes y se leyó en la Diputación: “Los catalanes son naturalmente ligeros: unas veces quieren y otras no quieren. Hágales entender V. S. que la salud del pueblo y del ejército debe preferirse a todas las leyes y privilegios”.
El alojamiento de tercios de Felipe IV creó tensiones con el campesinado, que incluyeron, como se recuerda en la Història de Catalunya dirigida por Albert Balcells, el “saqueo, profanación e incendio” de varias iglesias.
Todo esto contribuyó a suscitar un alzamiento popular en 1640 contra las tropas castellanas. Segadores (e insurgentes disfrazados de segadores) entraron en Barcelona, acorralaron al virrey en su palacio y lo asesinaron junto a todo su séquito en la playa, mientras trataba de huir en un galeón.
“Fue bastante caótico -escribe Henry Kamen en España y Cataluña: historia de una pasión-: la ley y el orden se quebraron totalmente en Cataluña porque las clases altas catalanas temieron actuar contra sus propios vasallos”. En octubre se firmó un acuerdo de defensa con los franceses. El 16 de enero de 1641, Pau Claris, presidente de la Generalitat, proclamó la república, pero el 23 de enero se transfirió el título de conde de Barcelona de Felipe IV a Luis XIII, “poniéndose de este modo y voluntariamente bajo la corona francesa”.
No salió bien. Kamen apunta “el Estado francés era mucho menos respetuoso con sus privilegios que los castellanos” y el experimento terminó 12 años más tarde. Felipe IV recuperaría Cataluña, pero Luis XIV se quedó el Rosellón y parte de la Cerdaña. El rey español juró respetar las constituciones, eso sí. No estaba para ponerse exquisito: en 1640 Portugal también había declarado su independencia, gracias a una alianza con Inglaterra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario