SAMIRA HIDALGO | ALEXANDER AGUILERA
El municipio alberga vestigios prehistóricos, romanos y medievales testigos del transcurrir de la historia.
David Vázquez Mata
Camargo es un municipio industrial, pero su situación geográfica ha hecho que los asentamientos de quienes habitaran la zona diesen lugar a una gran riqueza patrimonial. Vestigios prehistóricos, romanos y medievales convierten a Camargo en foco de atracción tanto para estudiosos en yacimientos como para turistas y visitantes.
Como si de un viaje en el tiempo se tratase, el municipio camargués se convierte en un escenario único por el que recorrer numerosos lugares habitados hace miles de años, como es el caso de la Cueva de El Pendo, en Escobedo. Una joya declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco que incrementa cada año el número de visitantes dispuestos a sumergirse en una realidad con más de 84.000 años. Así lo explica el director de las excavaciones realizadas en la cueva entre 1994 y 2001, Ramón Montes: «Esta cavidad acoge estratos acumulados de ocupaciones desde 84.000 hasta 3.500 años de manera continua».
Al igual que en la actualidad, los «habitantes» de esta cavidad ya poseían ciertas creencias en los símbolos y en la religión, una prueba de que algunos principios no han cambiado con el paso de los años. El arte rupestre también adquiere su máxima expresión en la Cueva del Juyo, declarada Bien de Interés Cultural por los vestigios de arte rupestre paleolítico que acoge.
La cavidad, que se encuentra en la parte alta de Igollo, está catalogada como la muestra más importante de toda la Península Ibérica y cuenta con pinturas de la época de los bisontes de Altamira. «Se trata de un cazadero especializado de ciervos, un animal muy común en la costa de Cantabria en esa época.
Además, aporta una excelente colección de arte mobiliar que nos habla de las creencias y la habilidad artística de los cazadores», asegura Montes, quien también ostenta el cargo de coordinador del Itinerario de Arte Rupestre del Consejo de Europa. Sin embargo, por el momento, sólo se puede visitar el entorno que conserva un bosque autóctono tal y como era hace 15.000 años.
La riqueza del patrimonio cultural en el municipio muestra también el arte prerrománico en las Ruinas del Castillo de Monte Collado, otro Bien de Interés Cultural. El límite entre Escobedo y el pueblo de Camargo es el enclave en el que se encuentra este yacimiento, el más importante de este tipo el la región. Los visitantes podrán retroceder siglos atrás para adentrarse en el lugar que ha dado la mayor colección de puntas de flecha de ballesta de toda la Península Ibérica. Además, el concejal de Turismo, Eugenio Gómez, asegura que desde el Consistorio se «harán trabajos de limpieza y adecuación en la zona para facilitar la visita».
Vestigios romanos
Avanzando en el tiempo, Camargo se para en el siglo I d.C. para mostrar el contraste entre lo moderno y lo antiguo. Y es que, las inmediaciones del aeropuerto Seve Ballesteros acogen el yacimiento arqueológico del Cementerio de San Juan, declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica. Las comodidades del pueblo romano que han llegado hasta nuestros días son palpables gracias a las termas que actualmente se pueden visitar.
El yacimiento, sobre el que se construyó un templo románico y en el que se halló una necrópolis altomedieval, mejorará su aspecto gracias a las distintas reparaciones que se llevarán a cabo por parte del Consistorio. Otra muestra de necrópolis, en este caso medieval, se da en la iglesia de San Pedro de Escobedo, perteneciente a los siglos XVI y XVII, que también fue calificado como Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica. En ella, más de 80 sepulturas de lajas, que van desde el siglo VIII hasta el XII, muestran a los visitantes la manera en la que las personas eran enterradas en la Edad Media.
Si las cavidades sirven para admirar los orígenes de aquellos que las habitaron hace miles de años, Camargo también ofrece la posibilidad de conocer las raíces y el modo de vivir de los cántabros. De esta manera, el Museo Etnográfico de Cantabria, ubicado en la casa natal de Don Pedro Velarde, en Muriedas, se convierte en el lugar ideal para descubrir los orígenes. «La gente se siente cántabra y presume de ello, pero no sabe de dónde viene, cómo era la vida anterior de los cántabros. Es un buen sitio para documentarse y descubrir sus raíces», afirma Montes. Belleza e historia se unen en esta vivienda declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico. Al hablar de patrimonio cultural o al echar la vista siglos atrás, no es fácil imaginar una muestra arquitectónica que siga estando en uso actualmente. Sin embargo, la Casona de Genoz, en Cacicedo y la Torre Palacio Marqués de Villapuente, en Muriedas, son una clara muestra de monumentos artísticos del siglo XVIII que han llegado hasta nuestros días para acoger la casa de cultura y la sede administrativa del Ayuntamiento, respectivamente.
El circuito turístico
La amplia variedad patrimonial se debe en parte, como indica el coordinador, «a la situación estratégica que tiene el municipio para desarrollar toda actividad humana en cualquier época». Un privilegio que el área de Gómez quiere aprovechar creando un circuito turístico el próximo verano.
El recorrido, que comenzaría en la Casona Genoz, continuaría por la Cueva del Juyo, la necrópolis, las ruinas del castillo, la Cueva de El Pendo y ofrecería la posibilidad de visitar el paseo interno de Peñajorao. En este último recurso turístico se pretende, en su primera fase, crear un camino delimitado hasta una plataforma que hará de mirador para después continuar por el arbolado hasta el centro. «Con paneles indicadores se explicarán las siete cavidades con sus enterramientos y al final habrá una zona de descanso y un centro de interpretación que mostrará las pinturas que no se pueden ver en El Pendo», afirma el edil de Turismo. En la segunda fase se irán descubriendo 14 cavidades más bajando hasta la entrada del Río Pendo y creando un circuito en redondo que incluirá, además, dos carbonerías que se pretenden poner en valor.
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