EL PAÍS Internacional
Sandro Pozzi
Los expertos de Naciones Unidas también señalan al Estado Islámico por el uso de gas mostaza en otro ataque en 2016.
Un hombre lleva en brazos el cadáver de un niño en Jan Sheijun. AMMAR ABDULLAH REUTERS
El equipo de expertos de las Naciones Unidos que investiga el uso de armas químicas en Siria concluye que el régimen de Bachar el Asad es responsable del ataque con gas sarín perpetrado el 4 de abril en la localidad de Jan Sheijún. Cerca de un centenar de civiles perdieron la vida. La acusación está recogida en el informe final de la misión. También señala al Estado Islámico por el uso de gas mostaza en Um-Housh, el 16 septiembre de 2016.
El resultado definitivo de la investigación del ataque lo adelantó en una breve nota de prensa la representante estadounidense ante la ONU, Nikki Haley. Estaba previsto que los miembros del Consejo de Seguridad recibieran el detalle este jueves 26 de octubre. En los informes anteriores ya identificó el uso de las sustancias pero se vitó señalar directamente a los autores de los ataques.
Estados Unidos decidió unilateralmente intervenir bombardeando la base militar del régimen sirio en Homs, desde donde supuestamente despegó el avión que lanzó el gas sarín contra civiles en el enclave opositor. Reino Unido y Francia apoyaron la acción, pese a que Siria negó el uso de armas químicas. “El informe confirma lo que sabíamos desde hace tiempo”, valora Haley.
Es la cuarta ocasión que la misión conjunta de la ONU acusa a Damasco por el uso de armas químicas. La delegación británica ante el organismo considera que la conclusión del informe final vuelve a ser clara en este sentido y condena que se hayan violado las reglas de la guerra. Por eso hace un nuevo llamamiento a la comunidad internacional para asegurar el régimen de El Asad asume su responsabilidad.
Veto ruso
El último informe de los expertos de la ONU se publica después de que el pasado martes Rusia vetara una resolución en la que extendía su mandato. El mandato actual concluye a mediados de noviembre. Moscú se negó a renovarlo porque consideraba que era una maniobra de Washington, Londres y París para politizar los trabajos del equipo. Dejó claro, en todo caso, no cerraba la puerta a ampliarlo.
Francia, que este mes ejerce la presidencia de turno en el Consejo de Seguridad, lamentó profundamente la posición de la delegación rusa y considera necesario que la investigación continúe, para así poder exigir responsabilidades a los que utilizaron estas armas prohibidas por el régimen de no proliferación. El mecanismo, insistió, demostró estar siendo útil para recopilar pruebas.
EE UU vuelve a pedir a Rusia, tras la publicación del informe final, que deje de proteger al “dictador” sirio. “Esto debe acabar ya”, urge, “seguir ignorando estas abrumadoras evidencias es una muestra de desprecio a las normas internacionales acordadas”. Las potencias occidentales creen vital que desde el Consejo de Seguridad se mande un mensaje claro de que no se van a tolerar el uso de estas sustancias.
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