Lluís Miquel Hurtado
Una mujer llora al ver los escombros de lo que fue su casa en Raqqa, tras ser liberada del IS. BULENT KILICAFP
La bandera del Estado Islámico en Raqqa se ha desplomado, pero a ras de suelo persistirá la amenaza. Esta es la opinión de numerosos analistas que siguen desde hace años el rastro al terrorismo de tipo yihadista, con algunos de los cuales ha hablado EL MUNDO. Su conclusión es que al fin del pseudocalifato pergeñado en Irak y Siria en 2014 no le continuará la muerte de la organización, sino una nueva y letal fase basada en el retorno a la insurgencia y la intensificación de las tácticas de reclutamiento para golpear en todo el globo.
En las últimas horas del IS en Raqqa, 275 de sus combatientes se rindieron, decisión que aceleró la derrota de los pocos cientos restantes. Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), la alianza multiétnica apoyada por EEUU vencedora, embarcó a los rendidos en buses, junto a sus familias, con destino a la provincia oriental de Deir Ezzor, donde la Coalición anti IS estima que resisten unos 6.000 milicianos. "No está claro si [el IS] tiene una estrategia para golpear de vuelta o si es el fin del 'califato soñado'", opina un periodista local.
O las dos cosas. En pocas semanas el IS ha perdido su capital en Siria, frente a las SDF, y fuerzas leales al Gobierno sirio, apoyadas por Rusia e Irán, le han arrebatado la ciudad de Deir Ezzor y la estratégica Mayadín, también a orillas del Éufrates. Para Omar Abu Layla, un analista militar originario de Deir Ezzor, esta cadena de descalabros veloces es de todo menos casual: "El IS no luchó como se esperaba. Su estrategia ha consistido en replegarse y esconderse en el desierto", asegura, apoyándose en fuentes propias en la zona.
El desierto que menciona Abu Layla es una extensión árida y casi solitaria de 130.000 kilómetros cuadrados que se abre por todo el centro y este del país. El Estado Islámico lo conoce bien. Según informes de Inteligencia, este territorio fue base de operaciones de Al Qaeda en Irak - de la que el IS es descendiente directo - durante la 'postinvasión' occidental de 2003. Con la administración Asad mirando hacia otro lado, el infame Abu Musab Zarkawi pudo usar esta basta zona de base para su campaña de atentados en el país vecino.
Tácticas de insurgencia
"Su idea es 'dejémosles [al Gobierno sirio] que controlen territorio, ya volveremos a mostrarles nuestra fuerza'", subraya Abu Layla. "Se camuflarán entre civiles, especialmente aquellos no fichados, para realizar tareas de espionaje en las ciudades y obtener información sobre sus objetivos. Luego, atacarán desde las zonas rurales de Deir Ezzor de dos modos: lanzando coches bomba contra áreas repletas de civiles y atacando mandos del ejército de Asad y de Rusia".
Hasan Hasan, coautor de Dentro del Ejército del Terror, uno de los libros más completos sobre el IS, explica en un artículo reciente en 'The National' que "el proceso de transformación de un cuasi estado a una insurgencia empezó en los primeros meses del año pasado. El grupo empezó a incrementar paulatinamente la adopción de tácticas de insurgencia, incluidos ataques terroristas en áreas fuera de su control, en lugares previamente inalcanzados por la organización ni tan siquiera en la cumbre de su poder, en verano de 2014".
Pese a estas advertencias, EEUU parece anclada en el optimismo. En una rueda de prensa el martes pasado, Ryan Dillon, portavoz de la Coalición, declaró ufano que "por encima de todo, el IS está perdiendo en todos los aspectos. Hemos devastado sus redes, eliminado sus líderes en todos los niveles. Hemos degradado su habilidad par financiar sus operaciones, cortando los beneficios del petróleo en un noventa por ciento. Su flujo de combatientes extranjeros se ha reducido de 1.500 por mes a cerca de cero hoy".
Una de las mayores críticas a Washington de los expertos en Siria es su cortoplacismo en la lucha contra el IS. Alegan que la cooperación con las SDF, dominadas por una milicia kurda socialista hermana del PKK, "terrorista" de acuerdo con los mismos EEUU, puede traer de vuelta al IS a largo plazo si no integran a los locales en el Gobierno de zonas de mayoría árabe como Raqqa o Deir Ezzor. Por ejemplo, el IS explotó el rechazo de la población suní al Gobierno sectario chiíta de Nuri Maliki para crecer en 2014.
Quizás conscientes de ello, opina Fabrice Balance, profesor e investigador asociado al Washington Institute, las SDF no van a intentar ampliar sus dominios hacia el sur de la provincia de Deir Ezzor. "Los kurdos saben que EEUU no va a quedarse en Siria mucho tiempo tras Raqqa, y que cuando se vayan, estarán amenazados por Turquía, el ejército sirio y Rusia", señala, poniendo por ejemplo el abandono de la Casa Blanca al presidente kurdoiraquí Barzaní esta semana, tras perder la ciudad petrolera de Kirkuk.
Más riesgo de atentados en Occidente
La pérdida de Raqqa ha supuesto al IS perder gran parte de su infraestructura de reclutamiento. Sus medios de difusión de propaganda se redujeron dramáticamente. Según el investigador del ICSR Charlie Winter, la organización apocalíptica ha producido en septiembre de este año un tercio de la propaganda que creó en agosto de 2015, poco después de su apogeo. Además, esta propaganda ha casi abandonado por completo el mensaje utópico. Ya no habla de retomar Al Andalus. Ya no conquistarán Roma. Ya no hay califato.
A pesar de ello, el llamado 'califato electrónico', la inmensa red de foros digitales capaces de burlar a la Inteligencia y los canales de Telegram que propagan el mensaje yihadista, siguen vivos, y con ellos su influencia global. A los vilayatos -ocupaciones territoriales- del IS declarados desde Argelia hasta Filipinas se suman ataques en cadena. Un consorcio denominado START, que recolecta este tipo de datos, señaló, paradójicamente, que el país más azotado por los atentados del IS el año pasado no es Siria ni Irak; con 183 golpes, fue Libia.
Por eso, el riesgo de sufrir nuevos atentados en Occidente, advierte Fabrice Balanche, es hoy más alto que antes. "Los atentados que vimos en Barcelona o Niza no exigen una gran logística, sólo lobos solitarios", explica Balanche. "El problema serán los yihadistas que regresen [de Siria o Irak], ya que serán más profesionales que, por ejemplo, quienes atentaron en Barcelona, que no supieron manipular explosivos". Concluye: "El peligro para Europa es mayor que antes".
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