domingo, 22 de octubre de 2017

El martirio sigue reclutando en Líbano. 4º ESO

EL PAÍS Internacional
Natalia Sancha

La guerra siria y la lucha contra el yihadismo empujan a jóvenes libaneses a alistarse en las milicias dispuestos a morir aferrados a sus convicciones religiosas y políticas.


En la entrada de la sede del Partido Social Nacionalista Sirio (SSNP) de Beirut, la foto de una joven mujer, boina roja calada sobre la testa, da la bienvenida. Se trata de Sanaa Mehaidli, que a sus 17 años protagonizó en 1985 una operación contra un convoy militar israelí y que pasó a la historia como la primera mujer suicida. “Sanaa es nuestro orgullo”, dice en un impecable francés Zikar, pseudónimo de este joven estudiante de Sociología de 24 años. Hoy no combate contra el invasor israelí, sino contra los yihadistas en Líbano junto a las tropas de Bachar el Asad en Siria. A diferencia del resto de milicianos libaneses —musulmanes chiíes o suníes— que se amparan en su confesión, el faro de Zikar no es el Corán sino la obra de Antoun Saadeh, fundador del SSNP. En este partido laico militan intelectuales libaneses que defienden el proyecto de la Gran Siria.

El cuerpo sin vida de Imad Abu Saqra, de 17 años, es trasladado por sus compañeros tras ser disparado por el Ejército israelí al sur del Líbano, en mayo de 2011. 

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