Pablo Guimón/María R. Sahuquillo
La salida estadounidense del histórico INF, de cuya violación acusa a Moscú, desata temores de una nueva carrera armamentística.
Estados Unidos dejará en suspenso uno de los últimos grandes tratados de control de armas nucleares con Rusia, el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), el primer acuerdo de desarme firmado en la guerra fría y que ha contribuido a alejar de Europa los misiles de rango corto y medio durante décadas. Así lo ha anunciado este viernes por la mañana el secretario de Estado, Mike Pompeo, que ha acusado a Rusia de incumplir sistemáticamente los términos del acuerdo.
“Las violaciones de Rusia ponen a millones de europeos y estadounidenses en mayor riesgo”, ha dicho Pompeo. “Es nuestro deber responder adecuadamente”.
Rusia ha criticado duramente la retirada de EE UU del tratado nuclear clave y acusa a Washington de socavar la seguridad global con su decisión. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso ha declarado este viernes que se reserva el derecho de "reaccionar adecuadamente" a la salida de EE UU del pacto clave y ha acusado a la Administración de Donald Trump de vulnerar el tratado y buscar excusas para abandonarlo.
Además, ha exigido a Washington que presente "pruebas" de los incumplimientos rusos del acuerdo. "¿Podría proporcionarnos alguna evidencia, a excepción de sus tuits sobre cómo se produjo la violación? Ni una sola prueba, ni imagen de satélite, ni intercepción, no hay evidencia", ha dicho la portavoz de Exteriores, María Zajárova, en una entrevista en el canal Rusia 1.
A pesar de las palabras y la escalada, Moscú insiste en que seguirá trabajando para salvar el acuerdo. La iniciativa de EE UU asesta “un poderoso golpe al sistema que aún tenemos de control internacional de no proliferación de armas de destrucción masiva”, ha lamentado el viceministro de Relaciones Exteriores, Sergéi Ryabkov, en una entrevista televisada, en la que ha alertado de que tras el INF puede llegar el fin de otros acuerdos nucleares clave, como el New Start.
La suspensión, que entrará en vigor este sábado, desata los temores de una nueva carrera armamentística. Moscú, en virtud de los términos del acuerdo de 1987, tendrá seis meses para cumplir con sus obligaciones. Si no lo hace, el tratado quedará definitivamente anulado.
"Felicito al mundo, Estados Unidos ha dado un paso más hacia su destrucción hoy", ha dicho tras el anuncio Konstantin Kosachev, presidente de la comisión de Asuntos Exteriores del Senado, quien acusó a la OTAN y a la UE —que también insisten en que Moscú incumple el pacto— de apoyar a Washington en su "política suicida". “No sería difícil para Rusia reanudar la producción de misiles de corto y medio alcance”, ha dicho el exjefe del Estado Mayor de la Defensa encargado de misiles estratégicos de Rusia, Viktor Yesin, a la agencia Interfax.
Se venía especulando desde hace meses con la retirada de EE UU, que lleva años acusando a Rusia de incumplir sus obligaciones con el tratado. A principios de diciembre, Pompeo anunció que Washington daba 60 días a Moscú para volver a cumplir los términos del acuerdo, antes de proceder a emitir su anuncio formal de retirada. Ya ha vencido el plazo.
"Estados Unidos suspenderá sus obligaciones en el marco del Tratado INF y comenzará el proceso de retiro", ha dicho el presidente Donald Trump en un comunicado. La retirada, ha añadido, "se completará en seis meses, a menos que Rusia vuelva a respetarlo destruyendo todos los misiles, lanzadores y equipos que violan el texto"
Para poder revertir la suspensión del tratado en el plazo de seis meses que se abre el sábado, se le exige a Rusia destruir todos los misiles y lanzaderas que violen los términos del mismo. No contempla Washington posibles inspecciones de los arsenales sospechosos o limitaciones del alcance de los proyectiles. El presidente Trump ha asegurado contar con el "total apoyo" de los aliados de la OTAN, que "comprenden la amenaza que constituyen las violaciones de Rusia y los riesgos al control armamentístico que supone ignorar dichas violaciones".
El INF, firmado por el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan, y el secretario general del Partido Comunista de la antigua URSS, Mijaíl Gorbachov, constituye un hito de la Guerra Fría. Fue el primer acuerdo entre las dos potencias que prohibía directamente una categoría entera de armas: los misiles de crucero de tierra con un rango de entre 500 y 5.500 kilómetros. Oficiales estadounidenses han expresado recientemente preocupación por el hecho de que China, que no es firmante del tratado, está adquiriendo peso militar en Asia desplegando misiles con rangos como los que prohíbe el acuerdo. Abandonar el tratado podría permitir a EE UU contrarrestar ese avance chino. Pompeo ha dicho, sin embargo, que Washington está "listo" para continuar hablando con Rusia "sobre el tema del desarme".
Funcionarios de Estados Unidos y algunos analistas internacionales han acusado a Rusia de tratar de socavar el acuerdo mientras trata de presentar a los ojos del mundo a Washington como la única parte que quiere destruirlo. Sostienen que Vladímir Putin, que ha hecho de la industria de la defensa y de las armas de última generación uno de los pilares de su idea de la gran Rusia como superpotencia exterior, en realidad también busca una salida al acuerdo. Y esto es debido a que otras grandes potencias —incluidas las cercanas a las fronteras rusas—, como Irán, China, India o Pakistán tienen misiles de crucero terrestres pero no están involucrados en el pacto bilateral.
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