Manuel Ansede
Uno de los satélites, bautizado Valetudo, se mueve como un kamikaze contra el resto de cuerpos.
El nuevo satélite Valetudo, señalado por dos rayas naranjas. IMAGEN: CARNEGIE | VÍDEO: EL PAÍS TV
Poco más de cuatro siglos después de que el científico italiano Galileo Galilei descubriera las cuatro primeras lunas de Júpiter, un equipo de astrónomos estadounidenses anuncia hoy el hallazgo de otros doce satélites girando alrededor del mayor planeta del sistema solar. Con las nuevas incorporaciones, Júpiter pasa a tener 79 lunas conocidas, más que cualquier otro planeta de nuestro vecindario.
“Hemos utilizado una cámara mejor que cualquier otra empleada antes. Esto nos ha permitido obtener imágenes más profundas y encontrar lunas más pequeñas”, explica el astrónomo Scott Sheppard, principal responsable del descubrimiento. Los nuevos satélites miden menos de tres kilómetros cada uno y son muy poco luminosos. Dos de ellos son más interiores y giran en el mismo sentido que la rotación de Júpiter. Otros nueve son exteriores y se mueven en la dirección opuesta. Y el duodécimo, de menos de un kilómetro, mezcla los dos tipos, con una órbita nunca vista en los satélites jovianos. Avanza en la dirección de las lunas interiores, pero al nivel de las exteriores, como un kamikaze. Es “un bicho raro”, en palabras de Sheppard, investigador del Instituto Carnegie, en Washington.
Con las nuevas incorporaciones, Júpiter pasa a tener 79 lunas conocidas, frente a las cinco de Plutón o las dos de Marte
Según el astrónomo, esta situación inestable podría acabar con una colisión frontal que “reduciría los objetos a polvo”. A su juicio, esta bala perdida del espacio se pudo formar precisamente tras un choque de este tipo. Los autores del hallazgo han propuesto bautizar a este peculiar satélite con el nombre de Valetudo, como la bisnieta del dios Júpiter según la mitología romana.
Un satélite es simplemente un cuerpo celeste opaco que gira alrededor de un planeta. Mercurio y Venus no tienen ninguno conocido y la Tierra solo cuenta con la Luna, pero los satélites abundan en el resto del sistema solar: Marte posee dos; Plutón, cinco; Neptuno, 14; Urano, 27; y Saturno, 62. Júpiter, una descomunal bola de gas con más de mil veces la masa de la Tierra, es tan grande que controla a multitud de objetos con su gravedad. La mayor luna del planeta, Ganímedes, es más grande que Mercurio.
“No se puede descartar que en el futuro se descubran más objetos como estos alrededor de Júpiter o de otros planetas gigantes, ya que durante la evolución del sistema solar exterior ocurrieron muchas colisiones que destruyeron lunas de mayor tamaño y cuyos escombros originarían estos pequeños objetos orbitando”, opina la planetóloga Olga Prieto, del Centro de Astrobiología, en Madrid. “El sistema de Urano es un ejemplo de los resultados que provocan las colisiones: todo el sistema está tumbado, rotando en perpendicular a su órbita alrededor del Sol, y algunos de sus satélites, como Miranda, parecen neoformados a partir de pedazos de objetos anteriores”.
“Probablemente, hay muchas más lunas de Júpiter que podrán detectarse en el futuro con mejores telescopios y dedicados astrónomos”, coincide Scott Bolton, investigador principal de Juno, la sonda de la NASA que orbita Júpiter desde 2016. “Estas lunas eran difíciles de detectar debido a su distancia a Júpiter y a su tamaño, así que los astrónomos que las han descubierto merecen un gran reconocimiento por su excelente trabajo”, añade Bolton, que no ha participado en el hallazgo.
“La línea divisoria entre los fragmentos dignos de ser bautizados y las rocas anónimas es cuestión de gustos”, señala el astrónomo Steve Heathcote
El equipo de Sheppard detectó las nuevas lunas casi por casualidad, cuando los investigadores buscaban planetas más allá de Plutón, en los confines del sistema solar. Júpiter pasó entonces por delante de su objetivo. Las primeras observaciones se realizaron en la primavera de 2017 desde el Observatorio Interamericano del Cerro Tololo (Chile), el mismo que descubrió el 70% del universo.
“A pesar de lo que se ve en las películas, el sistema solar es muy grande y está casi vacío”, señala el astrónomo Steve Heathcote, director del observatorio chileno. “Estos nuevos satélites son pequeños —Valetudo mide menos de un kilómetro— y están muy lejos, así que apenas son visibles. Tienes que mirar en la dirección correcta, con una cámara muy sensible, para encontrarlos”, añade. El equipo de Scott Sheppard empleó la nueva Cámara de Energía Oscura instalada en el Telescopio Blanco del Cerro Tololo. Es un aparato capaz de tomar imágenes de 520 megapíxeles de resolución de un cuadrado del cielo con un lado equivalente a unas cuatro veces el diámetro aparente de la Luna, según detalla Heathcore. “Te permite inspeccionar una gran región del espacio con una gran sensibilidad”, subraya.
“Solo estamos viendo la punta de un iceberg muy grande”, sostiene el director del observatorio chileno. “Se cree que algunos de los satélites originales de Júpiter se dividieron en muchos pedazos más pequeños. Es probable que haya muchos fragmentos del tamaño de Valetudo o más pequeños que todavía no se hayan descubierto”, apunta. “La línea divisoria entre los fragmentos dignos de ser bautizados, con el nombre de una diosa romana nada menos, y las rocas anónimas restantes es, en cierto modo, cuestión de gustos”.
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